Asistencia alimentaria y circuitos socioeconómicos durante el Covid-19 en Quilmes, Buenos Aires
Assistência alimentar e circuitos socioeconômicos durante a Covid-19 em Quilmes, Buenos Aires
Food assistance and socioeconomic circuits during Covid-19 in Quilmes, Buenos Aires
Altschuler, Bárbara *
Viviani, Gabriela **
Resumen: El artículo presenta resultados de investigación sobre la asistencia alimentaria que realizaron organizaciones sociales e instituciones religiosas del sur del conurbano bonaerense durante la Pandemia de COVID-19 y analiza su posible articulación con circuitos socioeconómicos alimentarios. Nos propusimos conocer la demanda y formas de acceso a los alimentos de los Centros de Complementación Alimentaria (CCA), mayoritariamente comedores y merenderos, y visibilizar el trabajo que realizan las organizaciones en el territorio, con la finalidad de co-construir posibles procesos de abastecimiento y circuitos socioeconómicos alimentarios desde la Economía Popular, Social y Solidaria (EPSS). El estudio fue realizado durante 2020 y 2021 en el marco de un Proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT, convocatoria COVID) y realizado por equipos de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) en articulación con actores sociales del territorio. Desde una perspectiva de Investigación-Acción Participativa (IAP) se identificaron y mapearon un total de 250 CCA, de los cuales se encuestó a 92. Los resultados dan cuenta de la necesidad de implementar estrategias de trabajo conjunto, así como políticas públicas específicas para la construcción y fortalecimiento de circuitos socioeconómicos de la ESS y la EP.
Palabras Claves: circuitos socioeconómicos, Investigación Acción Participativa, abastecimiento alimentario, Quilmes; Pandemia COVID-19
Resumo: O artigo apresenta resultados de pesquisa sobre assistência alimentar realizada por organizações sociais e instituições religiosas na periferia sul de Buenos Aires durante a pandemia de COVID-19 e analisa sua possível articulação com os circuitos alimentares socioeconômicos. Partimos para conhecer a procura e as formas de acesso aos alimentos dos Centros de Complementação Alimentar (CCA), sobretudo cantinas e zonas de merendas, e dar visibilidade ao trabalho desenvolvido pelas organizações no território, com o objetivo de co-construir possíveis processos de abastecimento e circuitos socioeconômicos alimentares da Economia Popular, Social e Solidária (EPSS). O estudo foi realizado durante 2020 e 2021 no âmbito de um Projeto financiado pelo Ministério da Ciência, Tecnologia e Inovação da Nação (MINCyT, COVID call) e realizado por equipas da Universidade Nacional de Quilmes (UNQ) em coordenação com atores sociais do território. Na perspectiva da Pesquisa-Ação Participativa (PAR), foram identificadas e mapeadas 250 ACC, das quais foram pesquisadas 92. Os resultados mostram a necessidade de implementação de estratégias de trabalho conjunto e políticas públicas específicas para construção e fortalecimento de circuitos socioeconômicos da SSE e do PE.
Palavras-chave: circuitos socioeconômicos; Pesquisa-Ação Participativa; suprimento de comida; Quilmes; Pandemia do covid19
Abstract: The article presents research results on food assistance carried out by social organizations and religious institutions in the southern suburbs of Buenos Aires during the COVID-19 Pandemic and analyzes its possible articulation with socioeconomic food circuits. We set out to learn about the demand and forms of access to food from the Food Complementation Centers (CCA), mostly canteens and picnic areas, and make visible the work carried out by the organizations in the territory, with the aim of co-constructing possible supply processes. and food socioeconomic circuits from the Popular, Social and Solidarity Economy (EPSS). The study was carried out during 2020 and 2021 within the framework of a Project financed by the Ministry of Science, Technology and Innovation of the Nation (MINCyT, COVID call) and carried out by teams from the National University of Quilmes (UNQ) in coordination with actors social of the territory. From a Participatory Action Research (PAR) perspective, a total of 250 CCAs were identified and mapped, of which 92 were surveyed. The results show the need to implement joint work strategies as well as specific public policies for construction. and strengthening of socioeconomic circuits of the SSE and EP.
Keywords: socioeconomic circuits; Participatory Action Research; food supply; Quilmes; COVID-19 pandemic
Introducción
Este artículo presenta los resultados del Proyecto de Investigación “Fortalecimiento de circuitos socioeconómicos alimentarios para la atención de la emergencia alimentaria ante el COVID-19 en el Partido de Quilmes y aledaños”, financiado por el Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología COVID-19 del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT) de Argentina.[1] En la línea de investigación que nos ocupa, el proyecto se propuso abordar el análisis y desarrollo de conocimientos sobre comedores, merenderos y puntos de distribución de alimentos de la región sur del Gran Buenos Aires (GBA), a los que llamamos en su conjunto Centros de Complementación Alimentaria (CCA), para analizar y proyectar de manera estratégica su articulación con circuitos socioeconómicos alimentarios de la Economía Popular, Social y Solidaria (EPSS).
Junto a la pandemia de COVID-19 salieron a la luz problemáticas socioeconómicas estructurales de nuestros países, como las fuertes brechas de desigualdades de diverso tipo existentes -socioeconómicas, étnicas y de géneros entre otras-, el aumento de la pobreza y el desempleo estructural, la degradación socio-ambiental y del hábitat, y la desvalorización de las actividades fundamentales para la sostenibilidad de la vida. Entre ellas, de particular importancia para nuestro proyecto, las dificultades de acceso de los sectores más vulnerables a una alimentación saludable, así como a las actividades complementarias de cuidado en centros comunitarios de barrios populares. Dichas problemáticas se vinculan con fenómenos más amplios, como son las estructuras asimétricas de poder, el elevado nivel de concentración de la producción y los mercados, y el predominio de lógicas económicas especulativas, neoextractivistas y de acumulación por desposesión por parte de grandes poderes transnacionales o locales, que en ciertos casos llegan a la ocupación territorial violenta o al desplazamiento poblacional forzado de grupos sociales y comunidades (Pastore, Niño, et. al, 2020, Pastore, 2020 y 2021).
Como antecedente inmediato previo a la Pandemia, el empeoramiento de la situación socioeconómica ocurrida en el marco del regreso de políticas neoliberales a Argentina entre 2016 y 2019 (gobierno de Mauricio Macri) implicó un aumento de los índices de pobreza y vulnerabilidad social, marcando una situación social crítica que fue acrecentando las problemáticas de acceso alimentario de millones de personas y llevó a declarar la “Emergencia alimentaria” en diciembre de 2019 (Ley 27519). El gobierno de Alberto Fernández prorrogó dicha Ley e impulsó desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación el “Plan Argentina contra el Hambre” (Resolución 8/2020), cuyo objetivo general era garantizar la seguridad y soberanía alimentaria de toda la población, con especial atención en los sectores de mayor vulnerabilidad económica y social.[2] La ley propone como aspecto novedoso -en su Artículo 9- la Federalización del Mercado Central y privilegia a la economía popular en articulación con la agricultura familiar, a través de la creación de ferias locales, a los fines de abastecer de productos sanos, saludables y económicos al consumidor final y a las entidades registradas en el Registro Único de Intermediarios de Políticas Alimentaria-RUIPA (ver: https://www.diputados.gov.ar/prensa/PDF/4258-D-2019.pdf). Esto resulta muy interesante en términos de circuitos locales de producción y consumo, pero como veremos más adelante, estos requieren de políticas y estrategias específicas para su construcción y sostenimiento.
En este marco, la llegada del Covid 19 y las medidas de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) y Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (DISPO) tomadas durante 2020 y 2021, complicaron más aún las cosas, imposibilitando el acceso de los sectores populares e informales en particular al trabajo y los ingresos básicos, impactando también fuertemente en el aumento de los precios de los alimentos y la necesidad de controlar los niveles de inflación que eran ya desorbitantes, aunque sin resultados muy satisfactorios hasta la actualidad.
Así, la pandemia puso en evidencia aún más la necesidad de avanzar en políticas y estrategias de desarrollo socioeconómico orientadas a garantizar derechos para la sostenibilidad de la vida. Nos referimos a los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) así como también a los derechos de la naturaleza, sobre los que hoy es preciso avanzar más que nunca. Sobresalen entre ellos en este contexto particular el acceso a la salud, la educación, la atención de los cuidados en ámbitos comunitarios de sectores populares y, en particular para nuestro tema, el acceso a alimentos suficientes y de calidad, así como la posibilidad de acceder a circuitos socioeconómicos de cercanía. Todo ello se vincula de manera directa a las condiciones de vida, trabajo e ingresos de la mayoría de la población, y en especial del amplio sector de personas que en los países latinoamericanos se ganan la vida en trabajos de la economía popular, urbana y rural, también llamada (de manera debatible), como economía en negro o informal.
Entendemos a los circuitos socioeconómicos alimentarios como aquellos que, de acuerdo a sus finalidades, actores, relaciones y territorialidad “encastran” lo económico en función de las necesidades sociales, en este caso el acceso alimentario y del mejoramiento de las condiciones de venta e ingresos de unidades productivas locales, en particular de la agricultura familiar y de cooperativas de alimentos (Pastore, 2020). Se conforman en torno a redes y tramas de valor (Caracciolo, 2017) entre sujetos y actores vinculados a la producción, la comercialización o intermediación solidaria, el consumo organizado y/o el compre público alimentario.[3] Estos circuitos socioeconómicos propenden en sus lógicas de acción y resultados a mejorar las condiciones de acceso a la alimentación saludable como un derecho, promoviendo la organización y re-significación del consumo y, al mismo tiempo, buscan contribuir a potenciar las condiciones de producción e ingresos de pequeñas y medianas unidades socioeconómicas de la agricultura familiar y campesina, de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPyMES) alimentarias locales, de las asociaciones y cooperativas agrarias y/o alimentarias. Así, estos circuitos, conformados por las relaciones y flujos económicos que median entre la producción, la comercialización y el consumo alimentario, están orientados por dos grandes objetivos (Pastore, et.al, 2020): por una parte, incrementar los niveles de venta, producción e ingresos de pequeñas unidades productivas, muchas de ellas asociativas y/o cooperativas, tanto rurales como urbanas; y por otra, contribuir a mejorar las condiciones de acceso a una alimentación saludable para la población asociada a los mismos en distintos contextos socio-territoriales.
Como señalan Pastore et. al. (2020), el dinamismo de estos circuitos se relaciona con el grado de canalización de demanda hacia los mismos, la cual puede provenir de familias, del compre público estatal, de entidades sociales o de otras empresas. Pero la perspectiva de circuitos no sólo comprende la potenciación de la demanda -que resulta clave para dinamizar su expansión-, sino también las mejoras que puedan impulsarse por el lado de la oferta, tanto en cantidad como en calidad, a lo largo de los procesos asociativos y articulados de producción, circulación, consumo e inversión económica, así como el reconocimiento y valorización de su anclaje local y regional y sus potencialidades de desarrollo de los territorios.
Ahora bien, encontramos que este tipo de experiencias de circuitos socioeconómicos alternativos a la industria alimentaria y los mercados concentrados (de los cuales se identifican y analizan varios en este mismo dossier) han tenido una considerable permeabilidad - todavía incipiente- entre sectores de clase media urbana sensibilizados con la EPSS y la agroecología; pero resultan mucho más difícil de construir y sostener entre los sectores populares y las familias en situación de mayor vulnerabilidad social, cuestión que se encuentra aún poco estudiada y que abordamos en este trabajo. De allí que la línea de investigación cuyos resultados compartimos en este artículo se propuso identificar, analizar y visibilizar el trabajo de asistencia alimentaria que realizan las organizaciones sociales e instituciones en el territorio de Quilmes y aledaños, y conocer la demanda y las formas de acceso a los alimentos de los CCA de dicho partido, con el objeto de pensar y co-construir posibles procesos de abastecimiento y circuitos socioeconómicos alimentarios desde la EPSS, así como generar información pública que aporte a la toma de decisiones y construcción de estrategias de los actores sociales del territorio en dicho sentido.
2. Enfoque y metodología de investigación implementada
Realizamos esta investigación desde el enfoque de la Investigación Acción Participativa (IAP), la cual, como lo hemos desarrollado en otros trabajos (Altschuler, Niño y Pagani, 2022 y 2020), implica la co-construcción desde los problemas e instrumentos de investigación con los propios actores involucrados hasta la puesta en común, diálogo y socialización de los resultados de la investigación con estos, en pos de pensar acciones y estrategias conjuntas para actuar sobre la realidad y las problemáticas identificadas. En este caso, ello significó trabajar con una problemática compleja, en un momento muy difícil para la población y las condiciones de vida en general. Así, la investigación se realizó desde un abordaje interdisciplinario, de diálogo de saberes y co-construcción de conocimientos con distintos tipos de actores del territorio: organizaciones sociales y comunitarias, funcionarios locales, activistas y militantes sociales que gestionan los comedores, merenderos y puntos de distribución de alimentos en barrios populares, mesas de actores locales y con algunas de las iniciativas existentes de circuitos cortos alimentarios.
En este marco, el proceso de investigación y el informe final fue realizado para y con las organizaciones y actores socioeconómicos participantes en los circuitos alimentarios estudiados, con quienes pusimos en diálogo los instrumentos de relevamiento, reflexionamos conjuntamente en el transcurso de la investigación y compartimos dos instancias de taller para la puesta en común e intercambio sobre los avances y resultados alcanzados.
La unidad de análisis de la investigación la constituyó lo que definimos como Centros de Complementación Alimentaria (CCA). Entendemos por CCA aquellos dispositivos de interacción territorial que tienen como finalidad brindar las condiciones mínimas para la satisfacción del derecho a la alimentación, a partir de una prestación gratuita, con frecuencia diaria o semanal, de alimentos elaborados (comida caliente) o provisión de mercadería en bolsones o canastas (frescos y secos). Los CCA permiten garantizar las condiciones mínimas de alimentación para niños/as, adolescentes, jóvenes y sus familias y adultos mayores. Cuentan con distintos tipos de financiamiento: fondos estatales de diferentes niveles de gobierno (municipal, provincial, nacional) y fondos privados, ya sea de organizaciones no gubernamentales (ONGs), aportes comunitarios, empresarios, o de personas individuales.
El proceso de relevamiento se llevó adelante en 5 momentos: 1) búsqueda de antecedentes y articulación con organizaciones/actores territoriales, 2) entrevistas y relevamiento para construcción del Directorio, entendido éste como el listado general de CCA identificados y sus datos básicos de contacto y tipo, 3) diseño del instrumento de relevamiento, el cual se construyó como una encuesta electrónica estructurada y autoadministrada, diseño de la muestra, prueba piloto y ajuste del instrumento, 4) conformación y capacitación del equipo mixto de seguimiento e implementación de la encuesta, 5) procesamiento de la información, análisis, construcción de informes y comunicación. Dentro de este punto y de manera paralela a algunos de los anteriores, se llevó a cabo el diseño del Mapeo y la página Web del proyecto con sus principales resultados,[4] así como la puesta en común con las organizaciones sociales e instituciones del territorio.
Para la implementación y seguimiento del trabajo de campo se convocó a 4 estudiantes y/o egresadas/os de la Tecnicatura Universitaria en Economía Social y Solidaria (TUESS) de la UNQ y a 6 integrantes de los movimientos sociales del territorio, quienes distribuyeron la encuesta y realizaron el seguimiento de su implementación durante el mes de mayo de 2021.
El proceso de caracterización y relevamiento de los CCA implicó tanto acciones conceptuales como metodológicas y de articulación con instituciones, organizaciones y actores territoriales en perspectiva de IAP. Este enfoque se propuso entender a los actores sociales como sujetos que co-construyen la realidad desde cada lógica y contexto socio-territorial y organizativo.
Dentro del primer momento, se realizó una búsqueda bibliográfica sobre antecedentes de investigación en el tema, así como también sobre circuitos socioeconómicos alimentarios y centros de complementación alimentaria. Esta búsqueda nos permitió construir una definición operativa (antes descrita), que orientó el trabajo de campo. En segundo lugar, se realizaron entrevistas en profundidad a actores clave de organizaciones sociales y religiosas y a funcionarios municipales, con el fin de alcanzar un mayor grado de conocimiento de las especificidades y diversidad de los CCA y servicios alimentarios a relevar. De esta manera, se construyeron los objetivos específicos del relevamiento, así como una tipología de CCA a partir del tipo de inserción organizativa/institucional y la decisión de compra de los comedores y merenderos.
Identificamos los siguientes tipos de Centros de Complementación Alimentaria:
· Instituciones religiosas: estos CCA dependen de instituciones y movimientos religiosos, tanto católicos, como evangélicos y adventistas, entre otros.
· Movimientos sociales u Organizaciones políticas: CCA que dependen de movimientos sociales y políticos.
· Comedores escolares: CCA en funcionamiento en las escuelas públicas que dependen de los Sistemas Alimentarios Escolares.
· Centros de organizaciones de base: estos CCA dependen de diferentes organizaciones comunitarias, como por ejemplo sociedades de fomento, clubes deportivos, asociaciones, fundaciones, espacios comunitarios o grupos de vecinos organizados.
· Municipales: CCA dependientes del Gobierno Municipal.
· Centros de jubilados: espacios organizados por sociedades de fomento, clubes deportivos, asociaciones o espacios comunitarios. Brindan atención a adultos mayores y están reconocidos por el PAMI.
El Directorio se conformó finalmente con 250 CCA identificados, de los cuales 160 pertenecen a movimientos sociales, 52 a instituciones religiosas y 38 a organizaciones de base comunitaria.[5] Como tercera etapa, y de acuerdo a la información cualitativa (entrevistas) y cuantitativa (Directorio) relevada, se diseñó la encuesta electrónica autogestionada, con 49 preguntas cerradas de única opción y/o de opción múltiple y algunas preguntas abiertas, para ser aplicada a encargadas/os o referentes de los CCA de Quilmes y aledaños. Esta herramienta se retroalimentó con el diálogo permanente con los actores sociales, definiendo así los bloques temáticos y las variables a relevar, así como las preguntas y opciones de respuestas correspondientes. Una vez diseñada la encuesta, se realizó una prueba piloto con 5 CCA de organizaciones diversas, para poner a prueba y ajustar la herramienta de relevamiento.
El relevamiento indagó sobre tres grandes cuestiones o bloques de análisis: las características generales de los CCA, el servicio alimentario brindado y la modalidad de acceso a los alimentos. Se relevaron dentro de las características generales variables como edad y género del encuestada/o, año de inicio del CCA, personería jurídica, organización/institución de pertenencia, otras actividades que realizan y organización del trabajo en los CCA. En lo relativo al servicio alimentario se consultó sobre el tipo de servicio alimentario, frecuencia de funcionamiento, cobertura de asistencia alimentaria y el impacto del Covid en la demanda. Finalmente, en el bloque 3 se indagó sobre la modalidad de acceso a los alimentos, las características de las compras, la percepción de los productos de la Economía Social y Solidaria, las instituciones que abastecen de alimentos a los CCA y la percepción sobre la calidad y la cantidad de los alimentos que provienen del financiamiento público.
Respecto del cuarto momento (implementación), se conformó y capacitó un equipo de seguimiento y supervisión para la implementación del cuestionario, formado como ya señalamos de manera mixta entre la Tecnicatura Universitaria en Economía Social y Solidaria de la UNQ y miembros designados por las organizaciones participantes, entre las que se sumaron los movimientos sociales Nuestra América, Movimiento de Trabajadores Excluidos, Frente Popular Darío Santillán y la colaboración del Movimiento Evita, Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie. El equipo, conformado por 9 mujeres y 1 varón, se organizó desde mediados de abril vía WhatsApp, E-Mail y plataforma Zoom, debido al contexto de pandemia. La coordinación de este equipo fue realizada de manera personal y grupal, dando soporte tanto sobre las herramientas y metodologías a utilizar para el seguimiento como para abordar casos particulares y problemáticas que se fueron presentando, con las limitaciones que implicó la imposibilidad del encuentro personal debido a las medidas de aislamiento. Así y todo, se logró contactar al 43% del listado original, de los cuales el 37% contestó efectivamente la encuesta. Los contactos fallidos (celulares no aptos para recibir encuesta o fuera de servicio) fueron del 20% y un 37% no respondió al contacto.
Antes del lanzamiento de la encuesta (el 30 de abril de 2021, vía plataforma Zoom) se realizó una presentación, puesta en común e intercambio con el conjunto de las organizaciones participantes sobre los datos relevados en el Directorio, así como la presentación del cuestionario diseñado y se coordinó la organización participativa de la etapa de implementación del relevamiento. De este encuentro participó el equipo de seguimiento, los referentes de las organizaciones sociales y religiosas y miembros del equipo de investigación de la UNQ, sumando un total de 22 participantes.
La implementación de la encuesta se realizó durante el mes de mayo de 2021. Para ello se procedió al envío del enlace del cuestionario al conjunto de CCA identificados en la fase de Directorio, en articulación con referentes de las organizaciones e instituciones participantes y contando con el acompañamiento telefónico por parte del equipo de seguimiento. Teniendo en cuenta el nivel de respuesta esperado de una encuesta autoadministrada, se propuso lograr como resultado el relevamiento de una muestra representativa amplia según tipo de CCA de al menos un 30% de los casos identificados (muestra estratificada por tipo de organización), lo cual fue logrado satisfactoriamente con 92 CCA que completaron la encuesta, sobre un total de 250 CCA identificados en el Directorio (37%).
Las respuestas obtenidas por tipo de Organización de pertenencia de los CCA fueron proporcionales a las identificadas en el Directorio original. Así, casi el 75% de las respuestas corresponden a CCA pertenecientes a Movimientos Sociales, 15% a Instituciones religiosas y el 9,5% a Organizaciones de Base Comunitaria y otros tipos. Participaron en total 11 Instituciones/ Organizaciones/ Movimientos sociales (y otras barriales o de base comunitaria), estando 9 de las 11 representadas en el estudio. Estas organizaciones son Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Frente Popular Dario Santillan, Somos Barrios de Pie, Movimiento Evita, Corriente Clasista y Combativa, Movimiento Nuestra América -todas ellas pertenecientes a la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP)-, el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), Caritas Quilmes, Movimiento Mayo, Colectivo de a Pie, y otras organizaciones barriales de base comunitaria.
Por último, los datos obtenidos en la encuesta fueron procesados mayoritariamente con planillas de cálculo, así como con el programa R para algunas variables cuantitativas y QGIS para la georeferenciación.
Como parte de la propuesta de IAP se llevaron a cabo al final del proceso (septiembre 2021) dos encuentros vía Zoom con la finalidad de socializar los resultados obtenidos. En el primero se presentó la sistematización realizada sobre la experiencia de Compras Públicas locales a la EPSS con funcionarios del municipio, y en el segundo el Relevamiento y Mapeo de los CCA de Quilmes con representantes de Organizaciones sociales y religiosas participantes, y se trabajó en modalidad de taller algunos de los resultados y conclusiones de la investigación.
3. Principales resultados del relevamiento
3.1. Caracterización general de CCA y de las/os encuestadas/os
Este primer bloque de la encuesta incluye: 1) datos sociodemográficos y tipo de roles de las/os encuestados, 2) ubicación geográfica y distribución socio- espacial de los Centros al interior del partido de Quilmes, y 3) caracterización general del centro, año de inicio, tipo de organización de pertenencia y otros servicios que presta además del alimentario.
En primer lugar, la amplia mayoría de las/os encuestadas/os (aquellas personas consideradas por las propias organizaciones como referentes o responsables del CCA) se identificaron como mujeres (82,65%), tal como se observa en el Gráfico 1, lo cual da cuenta de una fuerte feminización del rol social de asistencia alimentaria.
Gráfico 1
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021
En cuanto a las edades, presentan un amplio rango, ya que va desde los 20 a los 68 años, con una media de 42,7. Casi un 35% son adultas jóvenes, de hasta 34 años, un 58% tiene entre 35 y 64 años y sólo el 6,5% más de 65.
La mayoría de los CCA se encuentran en Quilmes Centro (50), Quilmes Oeste (49) y Bernal Oeste (42), seguido de Solano (30), Ezpeleta (24) y Bernal Este (21), tal como queda representado en el Mapa 1. Dentro del Partido de Quilmes, la localidad con menos CCA es Ezpeleta Oeste (5), si bien cabe destacar que es la localidad con menor superficie, y además tiene el mismo número de CCA que los partidos aledaños.
Mapa 1: Mapa de calor de la distribución espacial de los CCA (250 casos)
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021.
Si hacemos un cruce entre los CCA y los barrios populares, como se puede observar en el Mapa 2, encontramos que 53 CCA (21,2%) están dentro de los barrios populares. Sin embargo, al tomar en cuenta un área con un máximo de 500 metros de distancia de los límites de cada barrio, vemos que hay 193 en total (77,2%), es decir, 140 CCA más (56%), que se encuentran en las cercanías de los barrios populares. Es importante resaltar que Itatí es el barrio con el mayor número de CCA (9), seguido de Villa Luján (5), luego IAPI y La Matera (con 3), mientras que el resto tienen 1 ó 2 comedores.
Mapa 2: Distribución de los CCA en relación al Índice de Vulnerabilidad Socioambiental de Quilmes.
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021.
El comedor más antiguo que aún pervive en el partido data de 1987 (Casa del niño y centro juvenil Santa María, B° Villa Luján, de Cáritas). Del total de CCA encuestados en el partido, sólo el 8% de los que hoy siguen existiendo son anteriores al año 2002, y un 1% surge entre 2003 y 2007 (Gobierno de Nestor Kirchner). Entre 2008 y 2015 (Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner) se suman 29 comedores (31% de los hoy existentes), con un promedio de 3,6 nuevos comedores por año. Dicho promedio se eleva al 8,5 entre 2016 y 2019 (Gobierno de Mauricio Macri), ya que inician actividades 34 nuevos comedores en 4 años, correspondiendo al 37% de los comedores hoy activos. Durante 2020 (primer año de la pandemia COVID-19 y de mayores restricciones vinculadas a la cuarentena sanitaria), se inicia la mayor cantidad de CCA por año del período, con un total de 14 comedores nuevos, a los cuales se suman 3 más hasta mayo de 2021, momento de la toma de los datos, sumando entre ambos un 18,5% del total.
En cuanto a la personería jurídica, observamos que la mitad de los CCA encuestados no tienen personería propia, mientras que de la otra mitad, un 15% cuenta con su propia personería jurídica, un 13% hace uso de la personería de la organización de pertenencia y el 16% tiene la personería en trámite. De los CCA que cuentan con personería jurídica, el 50% adopta la figura de Asociación Civil, seguido de la figura cooperativa (33%), tal como se puede apreciar en el Grafico 2.
Gráfico 2
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021.
De los CCA encuestados, casi el 80% forma parte de instituciones mayores, de los cuales en su amplia mayoría (casi 75%) son movimientos sociales u organizaciones políticas, seguido de instituciones religiosas (15%) (Ver Gráfico 3). Entre quienes respondieron “otros”, se cuentan diversas organizaciones de base, un centro de rehabilitación de adicciones, puntos solidarios impulsados por la Municipalidad de Quilmes, el Patronato de liberados, y otro tipo de asociaciones civiles. Por otra parte, observamos que del total de CCA encuestados, casi el 20% no forma parte de instituciones o redes más amplias, siendo clasificadas como “organizaciones de base”, como ser comedores barriales, familiares o de organizaciones comunitarias del partido.
Gráfico 3
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021.
Por otra parte, la amplia mayoría de los CCA (97%) del partido realiza otro tipo de actividades para la comunidad, además del servicio alimentario; sólo el 3% de los Centros consultados respondió no realizar otras actividades. Entre las actividades que brindan se destacan: apoyo escolar y otros servicios educativos como alfabetización de adultos (casi el 30%); actividades productivas, de generación de trabajo y/o de economía social y solidaria (17%); de deporte y cultura (15%); atención en temas de género, violencia, Educación Sexual Integral (ESI) y/o diversidad sexual (12,4%); y atención de salud/ medicamentos/ discapacidad (12%), entre muchas otras actividades que realizan.
3.2. Tipo de servicio alimentario que prestan los CCA
A partir de los datos relevados, encontramos que los CCA en contexto de pandemia brindaron dos tipos de servicio alimentario; por un lado, los comedores entregan mercadería en formato de bolsones, principalmente alimentos secos, y casi la totalidad de ellos prepara comida, ya sea desayuno, almuerzo, merienda o cena, que en contexto de pandemia se entregó en formato de viandas. En este bloque se presenta la frecuencia de prestación de los dos tipos de servicios alimentarios, los principales productos que se entregan en los bolsones, las cantidades de bolsones y raciones entregadas, y la cantidad de personas que asiste a los comedores, entre otras cuestiones.
Del total de CCA encuestados, la gran mayoría (85%) presta el servicio alimentario de viandas o comida preparada. Observamos por otra parte que el 57% de los CCA también entrega mercadería en formato de bolsones alimentarios, principalmente productos de almacén (no perecederos). En ese sentido, podemos decir que aproximadamente la mitad de los CCA presta ambos servicios alimentarios a la comunidad. En cuanto a los CCA que entregan bolsones de alimentos (56%), observamos una prevalencia importante en la entrega de alimentos secos, entendidos como aquellos alimentos no perecederos. En cuanto a los alimentos frescos como hortalizas, frutas, verduras y carnes, observamos poca distribución, con tan solo un 6% de entrega, tal como queda expresado en el Grafico 4.
Gráfico 4
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021
En cuanto a la frecuencia de entrega de los bolsones, más de la mitad de los CCA los entrega una vez por mes, mientras que el resto lo hace una vez por semana o cada quince días.
Realizamos una estimación sobre el total de bolsones entregados en una jornada y por mes para el conjunto de los 250 CCA identificados. Los 40 comedores que respondieron que entregan bolsones en la encuesta suman un total de 3.598 bolsones en una jornada, entre alimentos frescos y secos, aunque predominando ampliamente estos últimos. Por lo cual, haciendo la proyección al total sobre el porcentaje de comedores que entregan bolsones (108 CCA), estimamos que en una jornada se entregan aproximadamente 9.777 bolsones. Asimismo, haciendo la estimación de bolsones entregados en un mes, estimamos que en el total de comedores identificados en el partido se entregan aproximadamente 23.845 bolsones por mes.
En cuanto a la variedad de productos que componen los bolsones, encontramos que los principales alimentos que se entregan en los mismos son no perecederos, tales como arroz y fideos (16,55%), azúcar (15,17%), harinas y panificados (15,17%), legumbres (15,17%), aceite (14,48%) y leche (13,45%). Por su parte, los alimentos frescos como frutas (2,7%), carnes (1,7%) y verduras (1,4%) son alimentos con muy poca entrega en los bolsones.
En cuanto a la forma de suministro de los alimentos, encontramos que en cerca de un tercio de los casos (37% para el caso de bolsones de alimentos secos y 33% en el caso de alimentos frescos) son retirados por parte de los comedores en un centro de acopio de la organización o institución de pertenencia que provee los alimentos. Esto implica que la logística necesaria para el suministro de los bolsones es resuelta en algunos casos por los propios comedores.
A continuación, en este bloque abordaremos elementos que caracterizan el servicio de entrega de comida preparada (viandas) relacionados con la frecuencia de entrega, composición y cobertura, tales como los días de la semana en que se presta el servicio, la cantidad de personas asistidas y de raciones que se entregan en una jornada, el impacto de la pandemia en la demanda de los comedores, y algunas estimaciones que realizamos en relación al total de comedores identificados (250 CCA).
De acuerdo a los datos relevados, encontramos que el 86% de los CCA prepara alimentos elaborados para ser entregados en sus barrios (desayuno, almuerzo, merienda y/o cena). Del total de CCA encuestados que entrega comida elaborada (viandas), casi el 70% realiza el servicio entre 3 y 5 días a la semana. El 17,7% entrega menos de 3 días a la semana y el 12,7% más de 5 días a la semana. La mayoría de los CCA realizan esta actividad de lunes a viernes, y sólo 4 comedores sirven comida los domingos.
En mayo de 2021, el 64,6% de los CCA encuestados entregaba hasta 200 raciones diarias. El 25,4% de los CCA venía preparando entre 200 y 400 raciones diarias en los diferentes barrios donde trabajan. A partir de estos datos, realizamos una estimación sobre el total de raciones de comida caliente entregadas en una jornada para el conjunto de los 250 CCA del Directorio. Los 71 comedores que respondieron que entregan raciones en la encuesta suman un total de 11.224 raciones por jornada. Por ello, una estimación de la cantidad de raciones para el total de CCA que presta este servicio (193) arroja un aproximado de 30.510 raciones en una jornada.
Antes de la pandemia, solo el 1,3% de CCA asistía a más de 300 personas. En el momento de mayor demanda de la pandemia, el 12,7% de los CCA asistía a más de 300 personas y el 5,1% a más de 400. Ya en mayo de 2021, el porcentaje de CCA que asistía a más de 300 personas disminuye al 6,3% y a más de 400 personas al 1,3%.
Hubo un aumento exponencial de personas que se acercaron a recibir una asistencia alimentaria a los comedores en contexto de pandemia (del 81%), pasando de un total de 8.019 personas a 14.583 en el pico de mayor demanda (en el caso de los CCA encuestados). Por su parte, en el mes de mayo de 2021 (momento en que se hizo la encuesta) hubo una baja del 26% de personas asistentes en relación al pico. Sin embargo, se mantuvo un 34% más alto que antes de la pandemia. Realizamos, según se puede apreciar en el Gráfico 5, una estimación sobre el total de personas asistidas para el conjunto de los 250 CCA antes de la pandemia, durante el pico de mayor demanda y en mayo de 2021. Encontramos que en el momento pico llegaron a asistir 39.628 personas en los 250 CCA identificados de Quilmes, contando tanto los que preparan viandas como los que entregan bolsones.
Gráfico 5
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021
3.3 Modo de acceso del CCA a los alimentos, percepción y vinculación con la EPSS
Todos los CCA encuestados fueron consultados respecto a la forma en que acceden a los alimentos para evaluar las decisiones de compra. Así, vemos que en general, el 38,4% compra directamente la mayor parte de los alimentos, mientras que el 61,6% es abastecido por su organización o institución de pertenencia. Al desagregar la información por organización o institución de pertenencia observamos lo siguiente: la mayoría de los CCA que pertenecen a instituciones religiosas o la categoría “otros” (ONGs, Patronato de liberados, etc.) accede a los alimentos comprando directamente a los proveedores (50% y 72% respectivamente). Esto sucede de la misma manera, pero en menor medida (27%), en los CCA que forman parte de un movimiento social u organización política. Estos últimos acceden a los alimentos mayoritariamente (71%) a través del suministro que hacen las organizaciones de pertenencia, por lo tanto, compran poco directamente a proveedores.
A continuación, presentamos un análisis de las principales variables relevadas en este bloque.
Frecuencia de compra a diversos tipos de proveedores: se nuclearon cuatro tipos de proveedores donde los CCA compran los alimentos, mayoristas, supermercados, distribuidoras, almacenes y entidades de la economía social y solidaria (ESS). Se puede observar en el Gráfico 6, que el 74% de las compras se realiza siempre o muy seguido en mayoristas, almacenes y supermercados, quedando el resto entre las distribuidoras zonales y la economía social, particularmente esta última con un valor del 7,4% de la compra de los CCA. Es importante remarcar este punto, ya que los CCA son entidades mayoritariamente conformadas dentro de un grupo altamente conectado con la ESS, pero, sin embargo, las compras las realizan a otros tipos de unidades económicas-comerciales. Sería oportuno entonces realizar alguna integración en la cadena de abastecimiento, con el fin de articular estas entidades estrechamente relacionadas. Podemos observar la frecuencia de compras en los distintos tipos de proveedores en los que se abastecen los CCA, encontramos que la compra de los alimentos para la preparación de las raciones es muy pocas veces realizada en organizaciones de la ESS, lo cual refuerza la importancia de generar una cadena de abastecimiento integrada como antes se señaló. Ello implicaría una mejora sustancial y una optimización de los recursos con los que los CCA compran los alimentos.
Gráfico 6
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021
Principales fuentes de financiamiento: es de destacar que casi la mitad de las/os encuestados respondieron “no sabe” en cuanto a la fuente de financiamiento, ya que, en este nivel de desagregación, en muchos casos las/os referentes de los comedores y CCA desconocen la procedencia de los fondos, que son mediados en buena medida por las organizaciones de pertenencia.
Criterios para la decisión de compra: la mitad de los CCA coincide en que el precio y la calidad de los alimentos son los principales criterios que influyen en la decisión de compra. Por su parte, la cercanía, la garantía del volumen requerido y la facilidad en el pago, influyen pero en menor medida, mientras que la facilidad en la entrega y acuerdos previos con el proveedor influyen poco en la toma de decisiones de la compra.
Principales alimentos que compra: uno de los elementos clave a revisar y analizar es la construcción del conjunto de alimentos secos y frescos que forman parte de la oferta, tanto de los dispositivos de bolsones como de los alimentos preparados, que se entregan en los CCA. Estos están principalmente marcados por alimentos ricos en carbohidratos y calorías (fideos, arroz, azúcar, papa, cebolla, morrones, entre otros), que permiten garantizar su consumo para cada integrante de las familias que reciben los alimentos. Sobre ello es importante analizar las condiciones de nutrición y cómo esto impacta en el peso, la talla, el crecimiento y desarrollo normal de cada niño, niña, adolescente, jóvenes y adultos de las familias. Teniendo en cuenta que la emergencia alimentaria y los indicadores nos hablan de un 40% de la población en situación de pobreza en Argentina en 2021, el alimento se convierte en uno de los pilares fundamentales para garantizar la asistencia básica en los barrios populares. Observamos que, de una lista de 17 productos, los siete (7) alimentos más comprados por los CCA son carnes, aceite, hortalizas, azúcar, huevos, condimentos y harinas. Mientras que los cuatro (4) productos menos comprados son los panificados, enlatados, polenta y leche fluida.
Compras en conjunto con otros CCA: del total de CCA que compra los alimentos, tan sólo el 16% hacen compras en conjunto con otros comedores. Ello también resulta un dato de interés para el desarrollo de estrategias conjuntas y colectivas de compra, ya que en base a la escala de la demanda se pueden obtener mejores condiciones de precio, financiación y logística de entrega, entre otras.
Percepción de los CCA sobre los productos de la ESS: La mitad (57%) de los CCA percibe que los productos de la economía social y solidaria (cooperativas, emprendimientos familiares, agricultura familiar, etc.) no son conocidos (32%) o les son muy difíciles de conseguir (25%). En cuanto a la calidad, los CCA perciben que son de buena calidad y muy pocos mencionan (12%) que son más caros que los convencionales (Ver Gráfico 7). Desde ya, este es un dato fundamental para nuestro tema, desde el cual se identifican potenciales líneas de trabajo en relación a la difusión y divulgación de los productos de la ESS, su procedencia y precios, así como también estrategias que faciliten el acceso de los productos hacia los comedores.
Gráfico 7
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021
Caracterización del abastecimiento de alimentos suministrados por el Estado a los CCA: se les preguntó a las referentes de los CCA sobre las organizaciones/instituciones que suministran los alimentos al comedor. Al respecto, un 34% respondió que la organización a la que pertenece es la que se encarga de suministrar de manera permanente la mercadería necesaria para la preparación de las viandas, seguido de programas de Nación (33,3%). Municipalidad y donaciones de la sociedad se presentan con un 11,1% respectivamente, para luego seguir con programas del Gobierno Provincial (6,9%). Esto nos permite visibilizar la permanente gestión que realizan las organizaciones para el suministro de alimentos, así como la fuerte articulación con el Estado, tanto en el nivel nacional, como provincial y local, sumado a una movilización de recursos desde la sociedad a partir de las donaciones.
Percepción de la cantidad de alimentos recibidos en los CCA: a partir de la pregunta anterior consultamos por la cantidad y calidad de los siguientes productos: aceite, azúcar, arroz y fideos, harinas, polenta y panificados, lácteos (leche fluida, en polvo, yogurt, etc.), legumbres (lentejas, arvejas, etc.), frutas, hortalizas, verduras pesadas, carnes y condimentos (sal, vinagre, orégano, etc.).
Se tomaron para presentar en el Gráfico 8 los datos de los cinco (5) productos que fueron mencionados con mayor porcentaje de insuficiencia en cuanto a la cantidad, y con mayor porcentaje de calidad considerada “regular”. También se incluyeron los productos que reciben en menor porcentaje. De acuerdo a las respuestas obtenidas se presentan como insuficientes y/o que no llegan a recibir los siguientes productos. El aceite, con el 81,1% de insuficiencia, merced a su alto consumo para la preparación tanto de alimentos calientes como panificados; el azúcar es otro producto que se presenta con alto porcentaje de insuficiencia (67,9%). Con relación a los fideos y el arroz, encontramos que el 49,1% indica que es insuficiente para la preparación de la cantidad de alimentos requerida. Otros productos muy demandados son las harinas, polenta y panificados, encontrando un 54,7% de insuficiencia. Sobre los lácteos, el 22,5% indica que no reciben, mientras que el 60,4% indica que les resulta insuficiente. Con relación a las frutas, el 54,7% indica que no reciben, y un 30,2% indica que no las utilizan, por la falta de suministro. El total entre quienes indican que no reciben y no utilizan frutas suma 84,9%. Con relación a las verduras y hortalizas, el 52,8% no recibe estos productos y el 28,3% indica que no las utilizan en la cocina (Total 81,1%). Otro alimento fresco central son las carnes, donde encontramos que el 47,2% no recibe, mientras que el 30,2% no las utilizan para la preparación de alimentos (total 77,4%). De esta manera, a partir de los datos revisados podemos indicar que existe una mayor provisión de alimentos secos, en contraste a la falta de recepción de frutas, verduras, hortalizas y carnes en los CCA.
Gráfico 8
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021
Percepción de la calidad de los productos que reciben los CCA: Dentro de los 8 productos más demandados, compartiremos la caracterización sobre la calidad de los mismos. En primer lugar, encontramos al aceite que reciben, donde el 58,5% de los encuestados indica que es de calidad regular, en contraste con el 22,5% que indica que es de buena calidad. El azúcar es valorada por el 52,8% con calidad regular y con 32,1% que indica que es buena. El arroz y los fideos son valorados con un 50,9% como regulares y un 35,85% indican que es de buena calidad. Las harinas, panificados y polenta cuentan con un 45,3% como de regular calidad y un 30,2% indica que es de buena calidad. En el caso de los alimentos frescos, encontramos que el 7,69% reciben frutas de buena calidad, así como el 9,43% recibe verduras y hortalizas en esa condición, los mismo que el 9,43% recibe carne con esas características. En esta pregunta no se incluyó la opción de respuesta “no utilizan”, por lo que todas las respuestas en relación con la no utilización se sumaron a la opción de respuesta “no reciben”
3.4. Organización y retribución del trabajo en los CCA
Entre los módulos de la encuesta, se dio importancia también a relevar y visibilizar el modo en que los comedores y merenderos organizan el trabajo comunitario para la gestión, preparado y servicio de los alimentos, así como otros cuidados comunitarios que realizan las organizaciones e instituciones en el territorio, y el modo de vinculación y retribución de dicho trabajo, lo cual presentamos brevemente a continuación:
Cantidad de trabajadoras/es por CCA: Existe una importante dispersión de la distribución de la cantidad de personas que trabajan en cada CCA. Por una parte, en un 20% de los casos trabajan hasta 5 personas y casi en la mitad (45,7%) trabajan hasta 10 personas. Por otra parte, encontramos algunos comedores con un número mayor de personas trabajadoras/ colaboradoras: en un 23% de los CCA trabajan entre 11 y 20 personas, mientras que en 16 casos prestan servicio más de 21 personas, y en algunos más de 50. Al respecto, es interesante señalar que se han detectado distintas formas de organización del trabajo en los CCA, según las organizaciones de pertenencia. Mientras que en la mayoría de los comedores trabaja en el Centro un grupo fijo de personas (hasta 10 personas en casi la mitad), en algunos movimientos sociales las mismas personas usuarias del CCA trabajan/ colaboran con la prestación del servicio, a partir de turnos rotativos semanales y/o mensuales, lo cual explica el alto número de trabajadoras/es participantes del CCA. En total, trabajan en el conjunto de los 92 CCA encuestados 1.383 personas, de las cuales el 64% son mujeres (888), el 33% hombres (451) y un 3% corresponden a otros géneros (44 personas), según las respuestas de las/los encuestadas/os representadas en el Gráfico 9. También, en un 17% de los CCA trabajan personas con algún tipo de discapacidad. Si realizamos una estimación para los 250 CCA identificados y consideramos los casos que tienen hasta 30 trabajadores (73 casos, 77% de la muestra), podemos decir que alrededor de 2.700 personas trabajan en los CCA del partido. Asimismo, considerando estos casos de hasta 30 personas, podemos hablar de un promedio de 10 trabajadoras/es por CCA.
Gráfico 9
Fuente: Proyecto Fortalecimiento de Circuitos Socioeconómicos Alimentarios, UNQ, 2021
Modo de vinculación y retribución del trabajo en los CCA: En cuanto a las formas de retribución por el trabajo realizado, casi la mitad de las y los trabajadores (45,8%) llevan alimentos para el consumo propio/familiar y/o no reciben ninguna retribución en dinero por el trabajo realizado. Un 38% dice recibir por el trabajo un “Salario Social Complementario” y/o que realizan el trabajo como “Contraprestación de algún programa o política pública”. Sólo un 8% manifiesta mantener una relación de dependencia laboral por su trabajo en el CCA, mientras que un 3% contestó que recibe dinero no registrado por dicha actividad. En cuanto a las tareas realizadas por las y los trabajadores se destaca la pluriactividad de quienes trabajan en los CCA. Mientras que en algunos pocos casos las personas sólo se dedican a la preparación de los alimentos, en la mayoría combinan estas tareas con otras de limpieza, compras, administración, entrega de bolsones, así como tareas vinculadas a la logística y el traslado de la mercadería.
Reflexiones finales e ideas fuerza
En primer lugar, se destaca la relevancia de las organizaciones sociales y otras entidades intermedias y/o religiosas para el sostenimiento de la asistencia alimentaria en los barrios y territorios más vulnerables, en tanto respuesta social a la crisis y la atención de la emergencia alimentaria. Más aún en un contexto en el que debieron afrontar un aumento del 80% de la demanda de alimentos durante la pandemia de Covid- 19. En este marco, debe resaltarse el arduo trabajo de cuidados comunitarios llevado adelante por mujeres en su amplia mayoría (83% de las referentes de los comedores y merenderos encuestados), provenientes de los barrios populares y organizaciones sociales. Ello da cuenta de una fuerte feminización del rol social de la asistencia alimentaria, el cual, en términos generales, es poco reconocido, visibilizado y remunerado, teniendo en cuenta que sólo el 8% manifiesta tener una relación de dependencia laboral, la mitad lo hace por intercambio de alimentos y sólo un tercio dice recibir Salario Social Complementario o realizarlo como “contraprestación” de algún programa o política pública.
En segundo lugar, también es importante destacar que estas organizaciones y movimientos sociales realizan en su gran mayoría (más del 90% de los casos) una gran diversidad de acciones en el territorio, que van desde cuestiones vinculadas a la salud, la educación, la cultura y el género, hasta la promoción de actividades laborales y emprendimientos socio-productivos, aunque la emergencia alimentaria llevó en muchos casos a reorientar fuerzas y recursos hacia esta atención primaria. Así, por un lado, se aprecia que los CCA articulan el acceso alimentario con diversas necesidades sociales de las comunidades donde están situadas; y por otro, que este despliegue permite pensar en el desarrollo de circuitos socioeconómicos de llegada y distribución de alimentos a los CCA en articulación con las iniciativas socio- productivas de los movimientos sociales de pertenencia.
Un tercer elemento a destacar en función de nuestro objetivo se vincula a las decisiones de compra de los alimentos. Los datos relevados permiten visualizar que menos del 40% de los comedores encuestados deciden sobre la compra de los alimentos, es decir, sobre qué alimentos comprar y a qué proveedores. Por su parte, más de la mitad de los comedores encuestados no deciden sobre la compra, sino que los alimentos son suministrados por las organizaciones o instituciones a las cuales pertenecen, bien sean movimientos sociales o instituciones religiosas. En este sentido, si bien la encuesta estuvo dirigida a referentes de los comedores a nivel territorial, se identificó a partir de las entrevistas a actores clave y en el taller con organizaciones, que en estos casos la decisión institucional de compra corresponde, en parte, a los movimientos sociales e instituciones religiosas de manera centralizada con fondos del Estado (nacional y provincial) o donaciones, y por otra parte corresponde al Estado, que a través de las compras públicas suministra mercadería a las organizaciones.
Así, se identifican tres actores diferenciados con decisión de compra en lo que compete al funcionamiento de los comedores (Pastore, Niño, et.al, 2021): 1) los comedores comunitarios a nivel territorial tanto barriales/comunitarios como pertenecientes a organizaciones más amplias, 2) los movimientos sociales e instituciones religiosas que realizan compras de manera centralizada y suministran los alimentos a sus redes de comedores, y 3) el Estado Nacional, Provincial y Municipal, a través del “compre público”, que realiza entrega de alimentos a partir de diferentes programas alimentarios. En este sentido, se identifica un potencial para la articulación con los decisores, que permita estrategias de compra (según tipo de CCA) a la agricultura familiar, cooperativas de alimentos, emprendimientos y pequeñas empresas alimentarias de los territorios[6]. Más aún, cuando el relevamiento da cuenta de que el 65% de los CCA se provee para la compra de alimentos principalmente en centros comerciales mayoristas, distribuidoras y supermercados, mientras que un 28% lo hace en almacenes de barrio y tan sólo un 7% se provee a través de unidades de la Economía Popular, Social y Solidaria, de hecho, al menos la mitad de las/os referentes de los CCA encuestados no conoce los productos de la EPSS.
Por otra parte, el grueso de la dieta alimentaria de los Centros se basa en carbohidratos (harina, fideos, polenta, arroz) presentando una fuerte escasez de frutas y verduras. En este sentido, es mucho lo que puede potenciarse y desarrollarse en términos de construcción de circuitos socioeconómicos que hagan puente entre el acceso a alimentos de los sectores más vulnerables y las/los productores de la EPSS. Como ya señalamos, estos tienen la finalidad, por un lado, de generar alternativas de desarrollo territorial más descentralizadas que favorezcan a las pequeñas unidades productivas y los emprendimientos asociativos o familiares; y por otro, estos circuitos cortos se proponen mejorar la calidad de los alimentos que llegan a los barrios, ofreciendo productos más variados, frescos y nutritivos.
Un hallazgo de la investigación es también que algunos precios de los productos de la EPSS son competitivos respecto del mercado convencional (Pastore, Niño, et.al, 2021), pero que para la potenciación y sostenimiento de estos circuitos se requieren políticas públicas estructurales y sostenidas en el tiempo, así como un acompañamiento técnico especializado y en diálogo de ida y vuelta con las organizaciones y actores del territorio por parte de diversas instituciones, entre ellas las Universidades públicas, los Organismos científico-técnicos nacionales y provinciales y los Municipios. Políticas públicas y asistencias técnicas que promuevan la articulación entre actores territoriales (productores y consumidores) en términos de infraestructura, que faciliten los procesos logísticos, la creación de centros de acopio y la incorporación de cadenas de frío, entre otros; así como también la formación de los referente de los CCA en prácticas alimentarias saludables y el acompañamiento para la rendición de fondos públicos, y sobre todo, que reconozcan en términos tanto económicos como simbólicos el intenso y cotidiano trabajo comunitario que se realiza en los barrios para garantizar el acceso a los alimentos en tanto derecho humano fundamental.
Así, los aspectos clave para el dinamismo y sostenibilidad de estos circuitos socioeconómicos se asocian a “procesos efectivos de ampliación y mejora en las condiciones económicas, tecnológicas y de capacidades de los sujetos y actores involucrados, tanto capacidades subjetivas y de las unidades particulares, como de las capacidades colectivas, relacionales e institucionales” (Pastore, 2020:48). Desde esta perspectiva, su potencial se basa en la posibilidad de reorientar una parte de la ampliación de la demanda efectiva impulsada por las políticas públicas de asistencia, hacia el fortalecimiento y expansión social y productiva de las unidades económicas populares, cooperativas, de pequeñas empresas y productores locales, lo cual genera impactos positivos tanto en en la asistencia alimentaria de los sectores más vulnerables como en la expansión, reconocimiento y valoración de las unidades productivas de la EPSS, al tiempo que favorece procesos de desarrollo socio-territorial, construcción de tramas vinculares y ampliación de capacidades entre actores sociales locales. Más aún, ello requiere del diseño e implementación de estrategias públicas de mediano y largo plazo que apunten a la democratización de los mercados y la transformación más estructural del sistema agroalimentario en su conjunto (ibídem).
En este sentido, y por último, la estrategia de IAP implementada en el proyecto de referencia, y que resulta necesario continuar y sostener en el tiempo, se planteó reconocer las capacidades y modalidades de acceso a la información para que la investigación aplicada resulte en procesos de aprendizaje y ampliación de capacidades, intercambio y construcción de conocimientos que permitan conocer realidades desfavorables para actuar sobre las mismas e impulsar procesos de transformación. De este modo, esperamos que este trabajo, en el marco del conjunto de los artículos que componen este dossier, contribuya a seguir fortaleciendo y potenciando estrategias y dispositivos socioeconómicos de democratización de los mercados agroalimentarios, el impulso de procesos de desarrollo social- territorial y el mejoramiento del acceso a la alimentación como un derecho, desde procesos de diálogo y co- construcción de saberes y prácticas entre actores sociales, universitarios y estatales.
Referencias bibliográficas
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Otra Economía, vol. 15, n.28, 219-240 - julio/diciembre 2022 - ISSN 1851-4715 - Recibido: 06/10/2022 - Aceptado: 08/12/2022
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: Altschuler, B. y Viviani, G (2022) Asistencia alimentaria y circuitos socioeconómicos durante el Covid-19 en Quilmes, Buenos Airess. Otra Economía, 15(28), 219-240
* Docente e investigadora. Directora del Observatorio de la Economía social y solidaria, Departamento de Economía y Administración (DEyA), Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Buenos Aires, Argentina. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0200-469X
** Becaria de docencia e Investigación y egresada de la Tecnicatura Universitaria en Economía social y solidaria, Departamento de Economía y Administración (DEyA), Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)
[1] El proyecto fue dirigido por Rodolfo Pastore con la coordinación de Laura Niño y tuvo diversas líneas de investigación: relevamiento de Circuitos Cortos de la EPSS en Quilmes (ver Arnaiz, Niño, Jurado e Isola en este mismo Dossier); relevamiento, análisis y mapeo de Centros de Complementación Alimentaria que aquí se aborda; relevamiento comparativo de precios y desarrollo de una plataforma de visibilización y comunicación, ver: http://observatorioess.org.ar/circuitosquilmes/. Contamos para el desarrollo de esta línea con un equipo formado por docentes-investigadores, extensionistas y becarias/os de la UNQ, entre ellas/os Laura Niño, Wanda Pagani, Henry Chiroque Solano, Sabrina Monasterios, Pablo Lacabana, Pablo Arrieta y Luis Barrios, además de las autoras de este trabajo.
[2] El artículo 9 de la prorrogada Ley 27519 incluye aumentos de partidas presupuestarias del 250% destinadas a políticas alimentarias comprendidas en la ley 25724 (reglamentada el 28/04/2003), destinadas a Políticas Alimentarias tales como Tarjetas Alimentarias, Comedores Escolares, Comedores Comunitarios, Complemento Alimentario, Acciones de Nutrición, Asistencia al ProHUERTA. En su Artículo 6 crea el Registro Único de Beneficiarios de Políticas Alimentarias (REUBEPA), y en el 7 el Registro Único de Intermediarios de Políticas Alimentarias (RUIPA), “constituido por todas las entidades públicas, privadas sin fines de lucro y organizaciones sociales de todas las jurisdicciones del país que provean alimentos o brinden servicios de alimentación y nutrición de forma gratuita para poblaciones vulnerables, reciban estos fondos del Estado Nacional o no", ver: https://www.diputados.gov.ar/prensa/PDF/4258-D-2019.pdf.
[3] Para un análisis en profundidad de estos circuitos y las tipologías existentes puede consultarse el artículo de Pastore (2022) en este mismo dossier “Pensando y mapeando circuitos socioeconómicos alimentarios para “Otra economía”, así como otras conceptualizaciones y análisis de experiencias diversas en los trabajos que integran esta compilación.
[5] No se llegó a incluir en este relevamiento comedores escolares y centros de jubilados, los cuales son un importante campo de análisis y articulación para futuros estudios.
[6] Al respecto puede consultarse Chiroque Solano, Garo, et.al. (2021), donde se analiza una experiencia de compra pública y social a circuitos socioeconómicos alimentarios de la economía popular, social y solidaria en el partido de Quilmes para el Sistema Alimentario Escolar (SAE) en el Municipio de Ensenada.